
Hoy era uno de esos días en los que el reloj parecía querer ahogarme con cada tic-tac, como si celoso de mi tranquilidad quisiese robármela como el minutero roba su tiempo.
Hasta que sentí la necesidad de escapar, de huir, de vagar entre la gente desconocida, esa que no juzga mis problemas, a la que no le importa a dónde voy de dónde vengo. Sin pensar en el tiempo, en que hacer, en los problemas... Y así poder estar a solas conmigo misma y sentir que la rutina no me quita la vida poder escuchar las voces que otros quieren callar y sentir que sigo siendo yo.